jueves, 31 de marzo de 2016

El primer acercamiento


  • Gregorio Samsa es un chico de veinte años. Decide dejar de estudiar porque ya no cree en el sistema educativo. Lo único que desea es estar solo y verter sus penas en el alcohol. 


  • El profesor es un señor muy autoritario. Llega a casa de Gregorio con sus inconfundibles botas de charol para saber el motivo de su ausencia en la universidad. El profesor es recibido por los padres de Gregorio, pero su madre intenta impedir que el profesor pueda hablar con él. 


  • El padre está preocupado porque quiere que su hijo vuelva a la universidad y deje de beber y es por ello por lo que intenta que el profesor hable con él.










  • La madre de Gregorio no se preocupa ni por su hijo ni por su familia. Se pasa los días tumbada en el sofá fumando y leyendo la prensa rosa. 






  • La hermana de Gregorio está preocupada por la actitud de su hermano, ya que quiere que esté bien y que esté feliz y no quiere que deje la escuela. Es la que conoce todas sus emociones y todo lo que le ha pasado a lo largo de su vida, por ello intenta motivarlo.



Reflexiones de un chico decepcionado

Primera escena

La escena se representa en la habitación de Gregorio. Sólo están encendidas unas pequeñas lámparas que cuelgan en una pared. Gregorio está sentado en su cama, llena de sábanas desordenadas. Se le ve cabizbajo y triste. En la parte derecha, en una esquina de la habitación hay un escritorio lleno de libros y apuntes. En la misma mesa hay un jarrón con flores vivas y alegres. Al lado del escritorio se observan varias botellas de ginebra vacías. Suena Pink Floyd.

Gregorio: ¡Ya no puedo más! Nunca había sentido una presión tan grande. No puedo seguir yendo a una universidad en la que lo único que piden los profesores es estudiar y estudiar sin dar tiempo a que aprendamos. Ya no puedo mantener siquiera mi equilibro, siento ansiedad de no poder cumplir con todos los trabajos y exámenes. Estoy tan asustado que no quiero volver. Hace una semana que no he ido a ninguna clase y sé que mi padre se preocupa, pero debo pensar en mí y en cómo enfrentarme a esta presión que siento. Aunque en este momento no me siento capaz de hacer nada, tanto que lo único que hago es beber y ser una pesadilla para mis padres. (Coge una botella vacía y la rompe contra el suelo). ¡Maldita sea! Ojalá el sistema educativo funcionara de manera diferente, pues llevo tres años y no he aprendido nada estudiando para mis exámenes. de aquí en adelante el alcohol será mi refugio. Jamás conseguiré un empleo si no tengo un título universitario, pero no pienso rendirme ante la presión del sistema y de mis profesores. Mi hermana es mi gran apoyo. Siempre se preocupa por mí y por que yo esté bien.  (Gregorio se levanta y coge un vaso pequeño. Saca una botella de su armario y rellena el vaso. Toma un trago y escucha el timbre) Qué raro que venga alguien tan temprano, sólo son las siete de la mañana. Espero que no sea nadie de la universidad. (Se acerca a la puerta para poder escuchar mejor lo que sucedía en la casa)

Un profesor comprometido

Segunda escena

La escena se desarrolla en el salón de la casa de Gregorio. La casa está desordenada. Su madre está tumbada en un sofá, que está al lado de una gran ventana. Las persianas están bajadas y reina la oscuridad. El padre de Gregorio se encuentra preocupado. Su hermana está escuchando música y está sentada en una silla. Se escucha el timbre.

(Se escucha la voz del profesor)
Profesor: Buenos días, ¿hay alguien aquí? Necesito hablar con Gregorio, es urgente.

Padre: (Dándose prisa) Ya voy. (Abre la puerta muy desesperado) Gracias a Dios que está usted aquí. Pase pase. No se qué hacer con mi hijo. Lleva una semana encerrado en su habitación y no quiere hablar con nadie. Toda su habitación está llena de botellas de alcohol. Tengo miedo de que le pase algo grave.

Madre: Déjalo, si de todas formas no podrá hacer nada con su vida. Estudiando o sin estudiar seguirá siendo el mismo inútil. Profesor, siéntese a mi lado en el sofá y fúmese un cigarrillo. Las revistas están por ahí tiradas, coja alguna y entreténgase un rato. Si al fin y al cabo qué nos queda. Bueno, una pastillita tampoco está de más. Que cuando era más joven hacía lo que me daba la gana, pero claro tuve que reformarme para convivir con la sociedad; y míreme ahora con dos hijos y un tío que sólo controla que no fume y que no beba. (Extiende la mano y coge un bote de pastillas. Se toma una).

Padre: Perdone usted a mi esposa, no sabe lo que dice. ¿Quiere usted beber algo? (Se escucha un golpe que proviene de la habitación de Gregorio. Se sobresaltan todos.)

Profesor: Ahí se oye algo, ¿es esa la habitación de su hijo?

Padre: Sí, señor. Durante todo el día se oyen golpes y llantos. Debe usted hablar con él y convencerlo de que vuelva a la universidad. Mi hija y yo no sabemos qué decirle o qué hacer para que salga y retome los estudios.

Hermana: (Se quita los auriculares y se dirige al profesor) Siempre estoy intentando animarlo, pero no quiere salir de ese agujero en el que se ha metido. Mi hermano siempre ha sido alegre y estudioso, pero ahora su actitud hacia la escuela es muy distinta. Fíjese, hasta me ha dicho que los exámenes no sirven para nada.

Profesor: Justo por esta razón estoy aquí. Quiero verlo.

Hermana: (Dirigiendo la voz hacia la habitación de su hermano) Gregorio, tu profesor ha venido a hablar contigo.

La última decisión

Tercera escena

La hermana de Gregorio acompaña al profesor hasta la habitación. Gregorio escucha el ruido que hacen los zapatos del profesor.  Éste toca a la puerta y Gregorio se decide a abrir y dejarlo pasar. La habitación sigue desordenada y oscura. Huele a alcohol. 

Profesor: Buenos días, Gregorio. Gracias por abrirme la puerta y por atreverte a hablar conmigo. Necesito saber qué te ocurre, aunque lo que más me importa es que vuelvas a la universidad, pues no te he dado todas estas becas y oportunidades de trabajar conmigo para que me dejes sin avisar. Debes cumplir con tus obligaciones, no es mi problema que te sientas mal o que estés pasando por una mala racha. 

Gregorio: (Hace una pausa larga, levanta la cabeza y mira serio a su profesor) No lo haré. No puedo. Necesito que las cosas cambien.

Profesor: Gregorio, con tu actitud no podrás cambiar nada. ¿Crees que el alcohol es la mejor salida a los problemas?

Gregorio: Sólo necesito un momento de paciencia, no más presión y reproches porque lo que conseguirá es que nunca vuelva a la universidad. Lo único que pido es que lo profesores se comprometan con los alumnos y que tengan tantas ganas de enseñar como nosotros de aprender. Sé que usted se interesa por nosotros, pero no está aquí para motivarme, sino para que yo le ayude en sus investigaciones. Lo único que deseo es que todos dejen de ser tan egoístas. Quiero estar solo e intentar cambiar algo en mi vida. Y si pienso que beber será lo mejor para mí, eso haré.

Profesor: Nunca pensé que podría decir algo así. Veo que no puedo ayudarte a que cambies de opinión. Adiós, Gregorio. Espero verte pronto por la universidad con mejor aspecto y sólo te diré que cada uno cultiva su futuro. Cuídate. (Se va por la puerta y Gregorio se queda sentado en la cama con una botella en la mano. La madre entra).

Madre: Se lo dije, el cigarrillo era mucho más productivo que hablar con mi hijo. (La madre se aparta de la puerta y el profesor sale asustado de la situación familiar que acaba de presenciar).